Las colisiones entre nuestro universo y otros podrían haber dejado contusiones en el mapa de la antigua radiación cósmica de microondas (conocida también como radiación de fondo: esta radiación es un indicio de la existencia de un Big Bang y marca los límites de universo conocido).
Nuestro universo, según se cree, se expandió en un proceso conocido como inflación, pocos momentos después del Big Bang. Algunos científicos creen que la inflación sigue ocurriendo en algunas zonas del universo, tal y como ocurre en la parte del universo en la que vivimos. La teoría prevé que tantos otros universos están constantemente apareciendo en el espacio-tiempo, fuera de los límites de nuestro universo, pero no existía prueba alguna de ello.
Estos universos se deberían alejar de los otros una vez formados. Pero universos nacidos juntos podrían haber chocado si su velocidad de expansión fue más rápida que su movimiento de alejamiento.
Si nuestro universo fue golpeado por otro, dicho impacto debería haber quedado registrado. La huella podría ser hoy en día detectable y, al parecer, ha sido efectivamente detectada.
Stephen Freeney, de la University College London, ha liderado un equipo de investigadores que asegura haber descubierto el rastro de dichas colisiones en la radiación de fondo.
Una colisión de esas características habría alterado la duración de la inflación en la zona donde se produjera el impacto. En el caso de que la expansión continuará más tiempo del que estaba previsto, la densidad de la materia en la zona de impacto sería menor que en las zonas situadas alrededor. De manera que en la radiación de fondo esto aparecería como un punto frío. Un punto cálido sería aquel en el que el período de inflación fue más corto.
A través de la sonda Wilkinson Microwave Anisotropy Probe, de la NASA, se pudieron calcular los perfiles de temperatura de la radiación de fondo. Esto permitió obtener cuatro marcas circulares que serían evidencias de otros universos interactuando con el nuestro.
Si las colisiones con otros universos crearon estos parches, deberían haber dejado otras señales en la radiación de fondo (por ejemplo: polarización de los fotones). El satélite Planck, de la ESA, es el único capaz de captar esas otras características. Pero habrá que esperar hasta 2012 para obtener su primer mapa completo del cielo.
Confirmar dicha teoría certificaría la existencia de otros universos como una realidad tangible.