El 27 de agosto de 1883 se registró el sonido más intenso que nunca se haya escuchado en nuestro planeta (sólo rivaliza con la explosión de Tunguska). Se trató de una erupción del volcán Krakatoa con una fuerza de 100 megatones. Se escuchó a cinco mil kilómetros de distancia y tuvo una intensidad de 180 decibelios, muy por encima del umbral del dolor. La erupción provocó un tsunami de 40 metros de altura que acabó con centenares de aldeas a lo largo de la costa de Sumatra y Java
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